utopia

miércoles, 11 de agosto de 2010

Once minutos- Paulo Coelho III


Y María pensó en el niño que le había pedido un lápiz, en el chico al que había besado con la boca cerrada, en la alegría de conocer Río de Janeiro, en los hombres que la habían usado sin dar nada a cambio, en las pasiones y en los amores perdidos a lo largo de todo su camino. Su vida, a pesar de la aparente libertad, era un sinfín de horas esperando el milagro, un amor verdadero, una aventura con el mismo final romántico que siempre había visto en las películas y había leído en los libros. Un autor había escrito que el tiempo no transforma al hombre, que la sabiduría no transforma al hombre; lo único que puede hacer que alguien cambie de idea es el amor. ¡Qué locura! El que lo escribió sólo conocía una cara de la moneda.

Realmente, el amor era la primera de las cosas capaces de cambiar totalmente la vida de una persona, de un momento a otro. Pero existía la otra cara de la moneda, la segunda cosa que hacía al ser humano tomar una dirección totalmente distinta de la que había planeado: se llamaba desesperación. Sí, tal vez el amor fuese capaz de transformar a alguien, pero la desesperación transforma más de prisa.

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