utopia

lunes, 8 de noviembre de 2010


“Dad al tonto mil inteligencias, y él no querrá sino la vuestra”, dice el proverbio árabe. Cuando el guerrero de la luz comienza a plantar su jardín, repara en que el vecino está allí, espiando. Le gusta dar consejos sobre cómo sembrar las acciones, adobar los pensamientos, regar las conquistas.
Si atiende a lo que le está diciendo, terminará haciendo un trabajo que no es el suyo; el jardín que ahora cuida será idea del vecino.
Pero un verdadero guerrero de la luz sabe que cada jardín tiene sus misterios, que sólo la mano paciente del jardinero es capaz de descifrar. Por eso prefiere concentrarse en el sol, en la lluvia, en las estaciones.
Sabe que el tonto que da opiniones sobre el jardín ajeno, no está cuidando sus plantas.

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